miércoles, 9 de septiembre de 2015
The rain is a song without lyrics
La lluvia toca sus notas sordas contra la hierba, golpea los
cristales y se expande, como una hiedra, estropeando su nitidez. Nosotros somos
pentagramas en blanco que rellenamos con notas sueltas que gotean de un
beso, el sudor de un goce o una lágrima muda cuyo grito apagado es
ahora una corchea salvaje e indomable. El amor es una putada, una bendición que trepa desde los pies a los
genitales, que se abren como pulpas y se abrazan, llega al corazón, que
desprevenido se rinde vencido sin apenas luchar, donde acaba anidando,
como ave rapaz que es. La lluvia continuó con esa magia de pintar los campos verdes otros mil años; no todos lo vimos pero los vikingos ya nos lo dejaron escrito. La lluvia toca su canción y cada uno escribimos nuestra letra. A
veces, con suerte, la melodía acompaña y nuestra ortografía es clara,
precisa, como una mirada entre amantes que no saben decidir cuando es el momento oportuno para decirse lo mucho que se necesitan.
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